El valle de la visión
La oración puritana El valle de la visión habla de la separación entre un hombre pecador y su Dios santo. El hombre dice a Dios: «Me has traído al valle de la visión […]; cercado por montañas de pecado contemplo tu gloria». Consciente de sus errores, todavía tiene esperanza: «Durante el día, se pueden ver las estrellas desde los pozos más profundos, y mientras más profundos sean los pozos mayor es el brillo de tus estrellas». Y concluye con una petición: «Permíteme encontrar tu luz en mi oscuridad, […] tu gloria en mi valle».
Recordatorio de una mosca
Cuando empecé a trabajar en la pequeña oficina que ahora alquilo, los únicos habitantes que había allí eran unas moscas atontadas. Varias habían cumplido el ciclo de todo ser vivo, y sus cuerpos cubrían el suelo y las repisas de las ventanas. Las saqué todas, excepto una, la cual dejé bien a la vista.
Seguir con Cristo
Cuando era niña, mi semana favorita en el verano era la que pasaba en un campamento cristiano de jóvenes. El fin de semana, me sentaba codo a codo con mis amigos, frente a una enorme fogata. Allí compartíamos lo que habíamos aprendido sobre Dios y la Biblia, y cantábamos. Una canción que todavía recuerdo hablaba de decidir seguir a Cristo. El estribillo tenía una frase importante: «no vuelvo atrás».
Masa en el bol
Mi hija y yo consideramos que los brownies son una de las siete maravillas del mundo culinario. Un día, mientras mezclábamos los ingredientes de nuestra receta favorita, mi hija me preguntó si podía dejar un poco de masa en el bol después de colocarla en el molde para hornear. Ella quería saborear lo que quedaba. Sonreí y le dije que sí. Después, agregué: «¿Sabes cómo se llama eso? Recoger y juntar. Y esto no comenzó con los brownies».
Cómo tener paz
La Capilla del Silencio Kamppi, en Helsinki, Finlandia, sobresale en medio del contexto urbano. Su estructura ovalada, cubierta de madera, aplaca el ruido de la ajetreada ciudad. Sus diseñadores la crearon para que fuera un refugio silencioso, con un «ambiente tranquilo para que los visitantes se reencontraran a sí mismos».
Poder gris
La artista holandesa Yoni Lefevre creó un proyecto llamado «Poder gris», para mostrar la vitalidad de la generación mayor de su país. Les pidió a alumnos de las escuelas que representaran a sus abuelos, ya que quería presentar una «perspectiva clara y sincera» sobre los ancianos y creía que los niños podían brindársela. Los dibujos de los chicos reflejaron un concepto fresco y vivaz sobre sus mayores, ¡ya que mostraban a sus abuelos jugando al tenis, trabajando en el jardín, pintando y muchas cosas más!
Compartir la carga
Es asombroso lo que se puede arrastrar con una bicicleta. Un adulto promedio, con un remolque especial (y un poco de determinación), puede usar una bicicleta para transportar unos 135 kilogramos a 16 k/h. Pero hay un solo problema: si la carga es más pesada, el movimiento es más lento. Una persona que arrastra 270 kilogramos de equipamiento o de artículos personales solamente puede circular a unos 13 k/h.
El Cristo Redentor
La famosa estatua de El Cristo Redentor se ve desde toda la ciudad de Río de Janeiro, y representa a Jesús con los brazos extendidos, de modo que su propio cuerpo parece una cruz. El arquitecto brasileño Heitor da Silva Costa la diseñó, pensando que los habitantes de la ciudad la verían con las primeras luces del amanecer. Por la tarde, esperaba que vieran la puesta del sol como un halo detrás de la cabeza de la estatua.
Miren las franjas
El escritor Chaim Potok comenzó su novela Los elegidos describiendo un juego de béisbol entre dos equipos judíos en Nueva York. Reuven Malter, el protagonista, nota que el uniforme de los jugadores del otro equipo tiene un accesorio singular: cuatro franjas largas que sobresalen por debajo de la camiseta. Reuven reconoce que son una señal de obediencia estricta a las leyes de Dios en el Antiguo Testamento.
Lo mejor
Durante una reunión en la iglesia, divisé a un bebé varios asientos más adelante. Mientras espiaba por encima del hombro de su padre, miraba maravillado y con los ojos bien abiertos a los miembros de la congregación. Les sonreía a algunos, babeaba y se chupaba los deditos regordetes, pero nunca encontraba su pulgar. Las palabras del pastor se alejaban cada vez más de mí mientras mis ojos seguían desviándose hacia aquel dulce bebé.